Fuente:
Dpto. Técnico igK
11 Noviembre 2013
La fertilización del césped: la necesaria alimentación de la planta
El césped, como cualquier otra planta, necesita nutrientes que son vitales para su crecimiento y desarrollo. Este artículo le ayudará a valorarlos.
Existen 17 elementos esenciales (con diferentes concentraciones en planta). Los tres más importantes son el hidrógeno, el carbono y el oxígeno; nutrientes de naturaleza no mineral que se obtienen a partir del CO2 del aire, y del agua (H2O), y se metabolizan vía fotosíntesis. Los otros 14 nutrientes son de origen mineral y fundamentalmente, proceden del suelo y se absorben a través de la raíz. Algunos como el Hierro, pulverizado en forma de sulfato o sales complejas (quelatos), se incorporan a través de las hojas (absorción foliar).
Los programas de fertilización se basan principalmente en función de tres macronutrientes, que son aquellos que la planta requiere en un mayor ratio: Nitrógeno (principalmente), Fósforo y Potasio. Estos programas difieren, al tener en cuenta aspectos como: el nivel de calidad requerido (no es igual para una cancha de beisbol que para un jardín recreativo), las curvas de crecimiento potencial, factores medioambientales (localización, escorrentías, etc.), las analíticas de suelo y agua, y presupuesto.
Las especies cespitosas más exigentes en cuanto a las necesidades de nitrógeno, como por ejemplo un green de Agrostis stolonífera, requieren de 20 a 30 gramos de Nitrógeno/ m2 y año. Por otra parte, un jardín ornamental, pueden presentar requerimientos mucho más bajos, en un orden de 5 a 10 gramos de Nitrógeno/m2 y año.
Necesitamos que el uso y la eficiencia a la hora de aplicar los diferentes tipos de abono sean óptimos, aunque sea solo atendiendo a razones económicas. Para ello nos basamos en tres aspectos que tienen carácter sostenible también desde el punto de vista medioambiental:
1) «La alimentación a cucharadas»: Un programa de fertilización de un césped de la más alta calidad puede llegar a contemplar hasta 20 aplicaciones al año, lo cual no implica que se abone más (conocemos las necesidades de antemano y sobrepasar los requerimientos es perjudicial para la calidad del césped), implica que se hace en pequeñas dosis, haciendo que el aprovechamiento por parte de la planta sea máximo, y haciendo igualmente mínima la lixiviación o pérdida de los nutrientes que son arrastrados por el agua a través del perfil del suelo, evitando de esta manera la contaminación de aguas subterráneas.
2) Los tipos de abonos: Cada vez disponemos y utilizamos un mayor número de abonos granulares de liberación lenta y de liberación controlada, que disponen poco a poco los nutrientes en función de la temperatura, la humedad y algunos de los más recientes por ósmosis. Estos, al igual que los abonos foliares (aquellos líquidos que se pulverizan y se absorben rápidamente a través de las hojas), también minimizan los efectos de la lixiviación y contaminación de aguas profundas.
3) Los restos de siega: Cuando es posible los restos de siega quedan en la superficie del suelo. Son ricos en todo tipo de nutrientes, que reincorporamos al suelo con parte de los exudados de la planta y consecuentemente, la cantidad de abonos a utilizar es menor.